Imagina que la conciencia es como una luz que proyecta sus decisiones y observaciones a través de una doble rendija universal. Cada vez que tomamos una decisión o ejercemos nuestro libre albedrío, es como si nuestra conciencia elige observar por una de las rendijas. Cuando no hay observador consciente, nuestras posibilidades, como partículas, se comportan de manera impredecible, formando patrones de interferencia: múltiples caminos, opciones, y resultados posibles coexisten, manifestando el "caos" de potenciales en nuestro universo interno.
Sin embargo, cuando decidimos, cuando observamos desde nuestra conciencia, el patrón se colapsa; la realidad se define en un solo punto, el resultado de nuestro acto consciente. Como el experimento de la doble rendija, nuestro libre albedrío es la elección de dónde observar, cuál camino tomar, y al hacerlo, las ondas de potencial de nuestra vida se convierten en una "partícula" de realidad concreta.
Así, nuestra conciencia se convierte en la rendija, el lugar donde nuestras múltiples posibilidades cuánticas se transforman en una sola realidad a medida que observamos, elegimos, y vivimos.
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